El SalvadorLas mujeres y los cuidados: factor de desigualdad
Los cuidados, esenciales para la sostenibilidad de la vida, siguen recayendo de forma desproporcionada sobre las mujeres, quienes asumen la responsabilidad de cuidar el hogar, a niños y niñas, personas mayores o con discapacidad. Los trabajos de cuidados están presentes en todos los espacios de la vida y sin ellos, no hay actividades posibles, en definitiva todos, todas y todes necesitamos estar alimentados, limpios, y contenidos en un ambiente sano, lo que implica, preparar y cocinar la comida, hacer las compras, tender las camas, hacer pagos y/ o trámites del hogar, lavar y planchar la ropa, asear e higienizar los espacios, reciclar y separar la basura, entre otras actividades, que son fundamentales. No queda duda, entonces, de que somos seres interdependientes que necesitamos cuidados a lo largo de toda la vida, y por eso, reconocerlos es crucial para vivir en un mundo más justo e igualitario. La Asociación Movimiento Salvadoreño de Mujeres, Coordinación Nacional de la Marcha Mundial de las Mujeres -MMM- contribuye con la transformación de la desigualdad que gira en torno a la desigual división de los trabajos de cuidados, participando en la campaña “Nos une el cuidado” que tiene la finalidad de incidir en la agenda pública dirigida a la reestructuración social y económica. En este sentido, la organización busca orientar medidas para reconocer, reducir, redistribuir y representar a los cuidados, con una mirada de corresponsabilidad y derechos, tanto en intervenciones estratégicas en el ámbito público que respondan a una agenda de emergencia, como en acciones de largo aliento que apunten a cambios estructurales relacionados con la transformación cultural y sistémica.De esta manera, se pueden concebir los cuidados como palanca para cuestionar el actual modelo económico y social y, de esta manera, hacer aportes a la refundación de un nuevo pacto social desde una dimensión multisistémica (económica, política, cultural y social) que ponga a la vida en el centro y la dignificación de la mujer. La desigualdad de género es un problema profundo y arraigado en muchas sociedades, y El Salvador no es una excepción. Uno de los aspectos en los que esta desigualdad se evidencia de manera alarmante es en el ámbito de los cuidados, donde las mujeres enfrentan múltiples desafíos económicos y sociales. Para el MSM y la MMM, avanzar hacia la conformación de sistemas integrales de cuidados es necesario para garantizar los derechos de las personas que requieren cuidados, así como los derechos de las personas que cuidan. En este sentido, invertir en cuidados genera un triple dividendo: en primer lugar, mejora el bienestar de las personas así como las capacidades de las niñas y los niños; en segundo lugar, contribuye a la generación de empleos en el sector de los cuidados remunerados, lo que genera un retorno al Estado en impuestos y cotizaciones a la seguridad social, y en tercer lugar, facilita el acceso al mundo del trabajo de las mujeres ampliando la base contributiva, resolviendo gran parte de los cuidados que suelen recaer de forma desigual sobre ellas, lo que expande las rentas de los hogares, y contribuye a las autonomías física, económica y política de las mujeres. En El Salvador, las mujeres desempeñan un papel fundamental en el cuidado del hogar y la comunidad. Son ellas quienes se encargan, en gran medida, de todas las tareas domésticas, sin embargo, este trabajo es ampliamente invisibilizado y desvalorizado, lo que tiene graves consecuencias en la vida económica y social de las mujeres. En América Latina y el Caribe, el aporte promedio de los cuidados no remunerados ascienden a casi 20% del Producto Interno Bruto (PIB), esto quiere decir que, si midiéramos los cuidados como un sector económico más, se reconociera que los cuidados se posicionan como uno de los sectores más contribuyentes al PIB. Tomando en cuenta también que, la forma en la que se estudia la economía falla en no reconocer el sistema productivo entero se sostiene en los trabajos del cuidado para funcionar. Está falta de reconocimiento y valoración se traduce en una desigualdad económica persistente. La brecha salarial de género es evidente en El Salvador. Esta diferencia salarial contribuye a la dependencia económica de las mujeres y dificulta su capacidad para lograr la autonomía. Además, la desigualdad económica y social se ve agravada por otras barreras estructurales. Las mujeres en El Salvador enfrentan obstáculos para acceder a la educación y la capacitación, lo que limita sus oportunidades de desarrollo personal y profesional. También se enfrentan a mayores tasas de desempleo y subempleo. La desigualdad económica y social de las mujeres en relación con los cuidados también tiene consecuencias en la esfera social. Las mujeres que se dedican predominantemente al trabajo de cuidado enfrentan limitaciones para participar en otros ámbitos de la sociedad, como la política y el liderazgo comunitario. Sus voces y perspectivas a menudo son excluidas, lo que perpetúa la desigualdad de género en la toma de decisiones y la representación social. Es fundamental abordar estas desigualdades económicas y sociales desde una perspectiva integral. Se requiere una combinación de políticas públicas y cambios culturales que valoren y redistribuyan equitativamente las responsabilidades de cuidado. Esto implica promover la igualdad salarial, garantizar el acceso a la educación y la capacitación, fomentar la corresponsabilidad en las tareas domésticas y brindarles apoyo.