EL 2022 se presenta con viejos y nuevos desafíos. Por un lado el covid sus variantes y el intento de imponer una normalidad sostenida en las vidas aún más precarizadas de las mujeres y la profundización de los conflictos entre el capital y la vida. En este panorama los movimientos sociales y feministas hemos resistido y crecido. Dos años de pandemia han significado para muchas organizaciones continentales la apropiación de nuevas tecnologías que permiten continuar el trabajo con seguridad. Así la marcha Mundial de las Mujeres durante el 2021 logró cocretar la Escuela Internacional de organización Feminista Berta Cáceres y su 12 Encuentro Internacional. En el 12 encuentro Internacional se renovó la Coordinación Internacional. Despedimos la gestión de Mozambique liderada por Graca Samo y le dimos la bienvenida a Turquía liderada por Yildiz Temürtürkan. Las Américas también renovó la representación internacional con la incorporación de Martha (Tita) Godinez del Sector Mujeres de Guatemala y la validación de un mandato más para Nalú Farias y Alejandra Laprea. Por otro lado, el 2022 se ve ensombrecido por la guerra. Otro territorio de nuestra querida tierra es pisoteado por este monstruo y nos duele al igual que nos duele Palestina, Saharaui, Somalia, Afganistán, Yemen o cualquier otro país que esté sometido a cualquier tipo de guerra. Nos preocupa que en medio de un nuevo reacomodo del capitalismos las vidas de las mujeres y niñas se precaricen aún más. Las mujeres hoy más que nunca decimos no a las guerra, ni a la paz militarizada. Si a territorios libres y soberanos.